La burbuja de las viviendas turísticas no cesa de hincharse
En Afinmar, administradores de fincas, hemos incorporado servicios inmobiliarios en Sevilla para ayudar a alquilar o vender un piso a nuestros clientes.
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La bandera del turismo ondea alto en Andalucía. Cada cierre de trimestre viene acompañado por la celebración oficial de los récords de visitantes que acogen principalmente las capitales. El aporte del 13% del producto interior bruto (PIB) de la comunidad figura en la primera línea de los motivos para descorchar botellas, pero ni ayuntamientos ni Junta han reparado todavía en la reflexión necesaria sobre las consecuencias de “acoger” a treinta millones de personas temporalmente. Esos fueron los visitantes que recibió Andalucía en 2018 y en este año va camino de reventar esas cifras (la previsión es superar los 31 millones).
El envés de esta situación hay que buscarlo en la creciente oferta de los pisos turísticos: en un año han crecido un 60%. En Málaga, las camas de este tipo prácticamente duplican a las disponibles en hoteles y suponen el 45% del total, según el estudio sobre la “Oferta de alojamiento turístico en Andalucía” publicado por la Junta. La consecuencia directa la sufren los vecinos de esas ciudades, con Málaga, Granada y Sevilla como principales afectadas.
Basta acudir a cualquier portal inmobiliario para comprobar cómo los precios se han disparado al mismo ritmo que crecen los pisos turísticos. Alquilar un estudio en el centro de Málaga cuesta en torno a 500 euros al mes y algunos no superan los treinta metros cuadrados. Es lo más barato que puede encontrarse. En el centro de Sevilla es imposible alquilar nada por debajo de los 450 euros mensuales y en el casco antiguo de Granada se pagan 300 euros por un minipiso.
A partir de ahí, los precios se disparan. Un informe del portal Idealista sitúa a Málaga como la segunda capital española con la mayor subida del alquiler residencial: un 42% en los últimos cuatro años. Sevilla y Almería se suman también, con incrementos por encima del 25%. Cádiz (6,4%) y Jaén (4,4%) (que apenas tiene viviendas de este tipo) escapan de esa tendencia y son las que menores subidas registran.
Sobre el impacto del auge de los pisos turísticos en el día a día de las ciudades no se ha realizado ningún informe oficial. La Junta se ha limitado a ofrecer una compilación de datos, entre los que destacan que alrededor de 4,4 millones de viajeros se alojaron el año pasado en viviendas turísticas andaluzas, con viajeros más jóvenes y que suelen viajar con niños. El perfil tipo se caracterizaría por personas con un alto grado de organización particular (en el 94% de los casos) y dedicarían más tiempo a compras, playa, deportes o naturaleza y menos a la cultura o los congresos, en comparación con los que se hospedan en hoteles. Sí se destaca, sin embargo, su consecuencia negativa en la sostenibilidad territorial, indicando que la oferta de alojamiento turístico durante el año 2018 pone de manifiesto una evolución negativa de los diferentes indicadores al tener que soportar mayores niveles de carga.
Una carga que no solo se refleja en los visitantes que reciben las ciudades –contribuyendo a su deterioro, según vienen alertando los expertos–, sino que cada vez más afecta al mercado inmobiliario y, en consecuencia, a las familias. Las protestas de asociaciones vecinales, especialmente beligerantes en Málaga capital, insisten en las molestias que provoca en los edificios residenciales las constantes entradas y salidas de turistas, pero la consecuencia más grave está siendo la despoblación de residentes de los cascos históricos, expulsados por precios imposibles en los escasos pisos que salen al mercado.
La burbuja de las viviendas turísticas no cesa de hincharse. El año pasado había 244.345 plazas para turistas, lo que significa una de cada tres disponibles en el conjunto de hoteles, apartamentos y hostales. Todas, excepto Cádiz, las han duplicado respecto al año 2017. Los malagueños destinan a ello 27.300 viviendas, con casi 143.000 plazas, un 58,4% de las existentes en Andalucía. Cádiz y Sevilla siguen a Málaga en número de plazas, con la particularidad de que la capital andaluza las concentra principalmente en la ciudad mientras que la costa gaditana absorbe gran parte de ellas.
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